En esta eterna primavera de los neologismos que es la sociedad globalizada post-covid, zabaltegi (una palabra nueva, libre y abierta ella misma), el lugar donde el Zinemaldia “se expande”, da cobijo a todo aquel cine que busca “nuevas lógicas”, nuevas miradas a los pilares de la narrativa tradicional. Subversiones, alteraciones, híbridos, manifiestos, auténticos retos para el público y para el mismo futuro de las formas, géneros e identidad del cine global. Películas que se unen con una misma pregunta lanzada a sus espectadores: ¿Cómo de ancho puede ser el cine? Sea con o sin límites, lo cierto es que un festival siempre acota: este año una selección de dieciocho títulos se estrenarán en la sede inseparable de la sección, el ya consolidado Centro Internacional de Cultura Contemporánea (Tabakalera) que celebró su quinto aniversario durante el pandémico 2020, como si de un singular apéndice de los ciclos vanguardistas anuales del Centro se tratase.
El metraje, otra de las fronteras clásicas para separar y catalogar películas, en Zabaltegi-Tabakalera se estira o contrae libremente, desde la “larga” Petrov’s Flu (Kirill Serebrennikov) con 145 minutos, hasta la más corta, de escasos diecisiete minutos, la vasca Heltzear (Mikel Gurrea), pasando por Les filles du feu (Laura Rius Aran), con una duración aún menos común de 39 minutos. La directora catalana de este mediometraje (que codirigió la premiada Les amigues de l’Àgata, 2015) es precisamente una de las realizadoras que estrenan mundialmente su film en la sección, igual que la franco-italiana Lubna Playoust, con su cortometraje sobre la relación atemporal de una madre y su hijo, Le Cormoran. No es el caso de otras películas que llegan ya con muchos aplausos a sus espaldas, como las ganadoras del Oso de Oro (mejor corto y mejor largometraje) en la Berlinale del pasado febrero: My Uncle Tudor, de la moldava Olga Lucovnicova, y Bad Luck Banging or Loony Porn, dirigida por el rumano Radu Jude. Por segunda vez viajamos hasta Rumanía, con dilemas morales bien distintos, guiados por Noémie Merlant, que se estrena en la dirección con esta Mi iubita, mon amour (parte de las Proyecciones Especiales de Cannes) después de seducir el público donostiarra hace dos años como una de las flamantes protagonistas de Retrato de una mujer en llamas. También de la excepcional edición veraniega del último Cannes nos llegan Vortex de Gaspar Noé, Petrov’s Flu, la ganadora de Un Certain Regard Unclenching the Fists y la Premio Fipresci Un monde, de Laura Wandel, que nos deleitará con una masterclass el miércoles 22, a las 15.30, en la sala de cine de Tabakalera, como parte de la celebración del vigésimo aniversario de Nest, en cuya sección fue participante en 2007 con Murs. Otro “alumni” premiado en Nest es el boliviano Kiro Russo, a quien encontramos presentando El gran movimiento, desarrollada en el programa Ikusmira Berriak y estrenada en el reciente Festival de Venecia. De la misma sección en Venecia, Orizzonti, llega 107 Mothers del eslovaco Peter Kerekes, ejercicio híbrido en un terreno, como el de las cárceles, donde los roles autoficcionados se vuelven vitales.
De la Quincena de Realizadores de Cannes llega Jean-Gabriel Périot, que ya estrenó en Zabaltegi-Tabakalera su debut largo, Une jeunesse allemande (2015), y ganó el premio de esta sección con el cortometraje Song for the Jungle (2018). Este año presenta Retour à Reims (Fragments), película construida con material de archivo de la historia del obrerismo francés. También de la Quincena llega la esperada segunda parte de la autobiográfica y metacinematográfica The Souvenir (Joanna Hogg), justo después de que la misma pantalla de Tabakalera proyectase durante el curso pasado una retrospectiva completa de la obra de la cineasta británica.
Las nuevas olas asiáticas no están tan presentes en esta edición pero contamos con dos joyas que destilan el dolor del joven contemporáneo. Son la japonesa Haruhara-san’s Recorder, con una sublime y enigmática interpretación de Chika Araki, dirigida por Kyoshi Sugita, que recogió el Grand Prix y el Premio del Público en el último FIDMarseille, y Day is Done (Zhang Dalei), cortometraje que sirve de secuela al largo anterior del director chino, The Summer is Gone (2016), y que formó parte de la pasada edición de Berlinale Shorts.
Por último, y como prueba de la total variedad estilística de la sección, compite la pintora de filmes Florence Miailhe, presentando La traversée, primer largometraje de esta cineasta francesa con largo recorrido en el cortometraje animado a mano y que se llevó la Distinción del Jurado en el último Festival de Cine de Animación de Annecy.
El jurado de la presente edición tiene como presidente el cineasta Sergio Oksman, vinculado a la ciudad a través de la Elías Querejeta Zine Eskola e Ikusmira Berriak, y cuenta con la galesa Miriam Heard y la española Elena López Riera, ambas realizadoras. Ellos decidirán el único premio que da Zabaltegi-Tabakalera: 20.000 euros para el film que haya destacado por dar luz a una nueva lógica, tan libre y ancha como la incertidumbre de la eterna pregunta baziniana: ¿Qué es el cine? Zabaltegi no tiene respuestas, pero, sin duda, anida las preguntas más atrevidas.
Marc Barceló