"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Avalado por el León de Oro conquistado en Venecia, Alfonso Cuarón compareció ayer en el Festival para presentar en Perlak Roma, el largometraje que le valió la máxima distinción en el certamen italiano y que él mismo se ha encargado de definir como su film más personal: “Se trata de una película construida desde la memoria, pero la memoria, siempre que se pone a funcionar, es desde el punto de vista del presente”, comentó el director mexicano durante la presentación de su última obra en el Teatro Victoria Eugenia.
Según el cineasta, Roma (cuyo título hace referencia a la colonia de Ciudad de México en la que el director vivió durante su juventud) “es una película que nació sobre tres ideas: hacer un homenaje a una persona muy importante en mi vida, apelar a mi propia memoria y construir una narración en blanco y negro. Esos tres elementos fueron incuestionables desde el inicio”. En este sentido, el director de La princesita, Y tu mamá también, Hijos de los hombres o Gravity (películas, todas ellas, que en ediciones pasadas formaron parte de la programación del Zinemaldia en sus distintas secciones) manifestó que “la memoria es algo que está en permanente proceso de transformación y cuando me refiero a que en esta película la he activado desde el presente, lo que intento explicar es que ha sido un intento por tapar aquellas grietas emocionales que aún tengo dentro de mí desde aquellos años y que el paso del tiempo lo único que hace es agrandar, por muchas manos de pintura que tú intentes darles para disimularlas”. La génesis del proyecto, según Cuarón, surge de sus reiteradas visitas a Ciudad de México: “Al estar fuera de mi lugar de origen tanto tiempo, al volver veo determinados escenarios totalmente transformados y, en muchos casos, de manera irreversible. Hay muchos rincones en la ciudad que, para mí, representan fantasmas del pasado”.
Sobre este ‘poner a funcionar los recuerdos’, Cuarón ha desarrollado una historia sobre la que no avanzaremos mucho pero donde, según el cineasta, el tiempo y el espacio juegan un papel determinante: “Tanto el espacio como el tiempo nos limitan mucho pero también definen quienes somos. Roma es una película sobre el pasado hecha desde el presente. Haciéndola me di cuenta que tanto en México como en el resto del mundo, hay muy pocas cosas que hayan cambiado en los cuarenta y ocho años que van desde 1971, año en el que ambiento la película, y el momento actual”. Entre esas cosas inalterables está, según Cuarón, “la perversa relación que existe entre el concepto de raza y el de clase”, pese a lo cual él nunca tuvo intención de “hacer una película política, de tesis o de denuncia social”.
Jaime Iglesias