"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Si comparar películas de por sí ya es difícil, lo es más si tienes que hacerlo entre una serie de trabajos cinematográficos tan diversos como los que conforman Zabaltegi-Tabakalera. Esa es la papeleta a la que se han enfrentado a lo largo de esta semana Santos Zunzunegui, Juliette Duret y Filipa Ramos, el jurado de esta sección del Festival donde no hay normas ni limitaciones de estilo o tiempo. A lo largo de la jornada de hoy emitirán el fallo cuyo premio en metálico irá a parar al director y al distribuidor de la película en España.
Lejos de intimidarse ante semejante reto, los tres miembros del jurado aseguran haberse sentido cómodos con su labor. “Prefiero enfrentarme a un territorio más abierto que a uno más acotado. A mí, personalmente, me lo hace mucho más interesante”, dice Santos Zunzunegui, quien ha hecho las veces de presidente. Duret, por su parte, reconoce que aunque le gusta mucho el espíritu libre de la sección, sí que le ha resultado especialmente complicado comparar entre duraciones tan desiguales. Para Ramos, “el desafío más difícil pero a la vez el más divertido ha sido el de definir criterios entre ellos”.
Así, aseguran no haber parado de hablar de las películas que han visto a lo largo de todo el Festival, “pero siempre de una manera informal”. Hoy, una vez vistas todas las propuestas, se reunirán y decidirán cuál es la película merecedora del premio. “En mi opinión, al cine hay que pedirle que nos haga ver aquello que no podemos descubrir nosotros mismos; que una película consiga eso, es más importante a que sea bonita o esté mejor hecha”, afirma Zunzunegui. Según Filipa Ramos, el cine es como un edificio, “debe estar bien construido pero dentro debe haber sensibilidad e inteligencia, si no es así se trata de una oportunidad perdida”.
A su vez, tampoco ocultan que a la hora de elegir la película lo harán teniendo en cuenta al público y su posible recorrido una vez pase el Zinemaldia. “El premio ayuda a que un proyecto atípico y arriesgado pueda estrenarse en salas y eso lo hace muy importante”, piensa Duret.
Sobre cómo afecta la llegada de nuevas tecnologías y plataformas al cine experimental, todos coinciden en que más que un problema es una oportunidad. “Ante los cambios, el cine que más sufre es el de medio presupuesto. El cine experimental siempre va a existir porque es la base de todo”, expresan.
El público de Zabaltegi-Tabakalera
Para estos tres expertos cinéfilos es de agradecer que el Festival sea un evento tan grande y dirigido a un público tan amplio. “No se trata de un reducto cinefílico donde el cine se mira el ombligo, y eso lo hace muy enriquecedor”, opina Zunzunegui. Así, consideran muy interesante que una sección como Zabaltegi-Tabakalera acerque el cine experimental a un público no especializado, algo que no ocurre en festivales o muestras más pequeñas. “Comprobar cómo reacciona la gente ante las diferentes propuestas nos ayuda a ver las películas desde otro punto de vista”, aseguran.
Otro de los aspectos en los que se han percatado es que en las películas que se proyectan en Tabakalera hay mucha más gente joven que en otros espacios como el Kursaal o el Príncipe. Así, gracias a la sección Zabaltegi-Tabakalera, han podido palpar el ambiente de este nuevo punto de encuentro del Zinemaldia donde se reúnen creadores experimentales con los jóvenes participantes del encuentro Nest Film Students.
“Creemos que es el espacio idóneo para que ocurran cosas, pero es importante que haya una continuidad, no limitarse solo a los nueve días del Festival”. Los tres recalcan la importancia de que existan lugares como Tabakalera capaces de llevar el cine más allá de la sala.
Iker Bergara