Ayer Alejandro Amenábar relató, a través de la compleja odisea personal de Miguel de Unamuno, los azarosos e inciertos días anteriores al estallido de la Guerra Civil española en Mientras dure la guerra. Hoy, Jon Garaño, Jose Mari Goenaga y Aitor Arregi cuentan en La trinchera infinita otra odisea muy distinta, la de un hombre del bando de los vencidos que estuvo oculto durante décadas después de la contienda: la angustiosa historia de quien por miedo a ser represaliado permanece más de treinta años escondido en un compartimento oculto de su casa.

Muchas películas del Festival, pertenecientes a sus diversas secciones, pulsan las actuaciones y decisiones de personajes superados por las circunstancias políticas, sociales, ideológicas, burocráticas, de género. Hoy se estrena también en la Sección Oficial La mu yu ga bei (Lhamo and Skalbe), un film crítico con los estigmas patriarcales de la sociedad tibetana, que gira alrededor de una pareja que no puede casarse ya que él tiene aún un matrimonio registrado. Y en New Directors, Fyzal Boulifa captura en Lynn + Lucy la vida diaria de dos grandes amigas, una con una hija adolescente, la otra con un bebé, en un barrio británico conflictivo y desesperanzado. Lynn más Lucy; no hace falta casi nada más, solo dos personajes perfectamente construidos y un relato que los une de forma insondable.

De la visión en formato digital que Steven Soderbergh tiene del conflicto financiero de los papeles de Panamá en The Laundromat, a la intimidad de una familia burguesa en un clásico relato de reencuentro entre madre e hija, La Vérité, película con la que el japonés Koreeda regresa a uno de sus festivales favoritos (arropado por Juliette Binoche, recién aterrizada en San Sebastián, y, en la pantalla, además de ella, por Catherine Deneuve y Ethan Hawke).

Las lustrosas producciones encuadradas en Perlak, como las dos citadas, no le dan la espalda a esa realidad individual y global en un mundo digamos que complejo. Todo es una cuestión de mirada, como la de Bong Joon-ho, descubierto por el Festival con sus dos primeros filmes y reciente Palma de Oro con Parasite (Parasitos), una geométrica pero nada aséptica radiografía de la diferencia de clases teñida de ese humor surcoreano tan difícil de describir. Y en Horizontes Latinos, un viejo conocido de la casa, el cineasta uruguayo Federico Veiroj, nos explica en Así habló el cambista qué la ambición y la corrupción no tiene límites y nada importa salvo el dinero, como quienes se aprovecharon de las fisuras del sistema financiero mundial en el caso de los papeles de Panamá.

Quim Casas