El lunes 8 de septiembre de 1975, siete días antes de su presentación en el Festival de San Sebastián tras una larga lucha contra la censura de la dictadura franquista, se estrenaba en las pantallas comerciales Furtivos, la película de José Luis Borau que se convertía, de esta manera, en el primer film español –desde el final de la Guerra Civil– que llegaba a las salas sin tener todavía la por entonces preceptiva licencia de exhibición, que solo le sería otorgada el 12 de septiembre (cuatro días después) y cuando ya miles de espectadores habían accedido a sus imágenes.
A mayor abundamiento, cuando la película llevaba ya quince días en la cartelera, ganaba la Concha de Oro en el Festival donostiarra (solo dos años antes se la había otorgado también a Víctor Erice por El espíritu de la colmena). Su permanencia en cartel se alargaría después durante muchos meses (más de ocho en Madrid) hasta convertirse en un masivo fenómeno sociológico que acabarían viendo, solo en España, más de tres millones y medio de espectadores. Al final, Furtivos generó, dentro y fuera de España, unos ingresos cercanos, según confesaba el propio Borau (director, coguionista, actor, productor y distribuidor del film), a los 400 millones de pesetas, cuando el coste oficial de su producción había ascendido a 12.175.000.
En el origen creativo del film están el útero atávico y violento de un bosque, la Saturna interpretada por Lola Gaos en Tristana (Luis Buñuel, 1970) y una de las más poderosas pinturas de Goya: Saturno devorando a su hijo (1820/1823). De aquella constelación de referencias extrajeron conjuntamente Borau y Manuel Gutiérrez Aragón la idea matriz (Saturna devorando a su hijo en un bosque) de un film en el que la faz de Lola Gaos –esculpida con rasgos de una ardiente ferocidad ancestral– parece reencarnar la crueldad caníbal de la deidad mitológica pintada por Goya cada vez que devora –física y metafóricamente– a su propio hijo (interpretado por Ovidi Montllor), con el que mantiene en la historia una posesiva relación de connotaciones incestuosas.
El director de la descarnada Hay que matar B (1973) se reencuentra así, en Furtivos, con algunas de las raíces más profundas y nutritivas del arte español, incluidas las herencias de Buñuel y de Goya, de la Castilla sombría y fiera de Gutiérrez Solana y del tremendismo de Cela. Y lo hace con un vigor expresivo y dramático, con una fuerza narrativa y con un estilo férreo, casi geométrico, que son estrictamente suyos, completamente intransferibles y reconocibles como tales.
Película bisagra entre los últimos estertores del franquismo y los primeros compases titubeantes de la Transición política a la democracia, Furtivos ofrecía en su día un espejo azufrado de las tensiones subterráneas que vivía la sociedad española del momento. Sus imágenes eran interpretadas como una metáfora crítica de ese ‘bosque en paz’ con el que el dictador había comparado a España, pero en cuya trastienda profunda la violencia y la barbarie más atávica campaban a sus anchas.
Sin embargo, lo cierto es que no necesitaban entonces las imágenes de Furtivos –y mucho menos hoy, cuando sus fotogramas regresan al festival que las consagró– acogerse a esa lectura metafórica que en aquel momento se imponía en la mayoría de las lecturas de la película, puesto que la arrasadora fuerza vital y la autonomía dramática de sus personajes no requieren de ningún desciframiento simbólico para imponerse por sí mismos a los espectadores con toda su desgarrada autenticidad.
Por todo ello, volver hoy a Furtivos –en una España muy diferente de aquella que la vio nacer– supone Klasikoak 25 una oportunidad apasionante para dialogar con nuestra memoria histórica ante un film que mantiene idéntica capacidad para sacudir nuestro entendimiento y para interpelar cualquier atisbo de mirada acomodaticia.
Más aún ante una proyección que ofrecerá, también, el final alternativo que el director había montado en las primeras proyecciones privadas que se hicieron del film. Una oportunidad, por tanto, que nadie debería perderse.
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Carlos F. Heredero es autor de los libros “José Luis Borau. Teoría y práctica de un cineasta” (1990), “Iceberg Borau” (2024) y “Furtivos. 50 años” (2025).
Restauración de Video Mercury Films en 4K a partir del negativo original de la película.
Sesión presentada por Carlos F. Heredero, Manuel Gutiérrez Aragón, Alicia Sánchez, Juan Antonio Vigar y Sophie de MacMahon.
Carlos F. Heredero