“Queríamos enamorarnos de estas mujeres”, coinciden Marcelo Gomes y Maria Clara Escobar al hablar de las tres protagonistas de Dolores, la película que codirigen los cineastas brasileños y que ha tenido su estreno mundial en el Zinemaldia. El proyecto, que nace del guion inacabado del fallecido cineasta Chico Teixeira, es para ellos un homenaje vivo, profundo y colectivo.
El film cuenta la historia de tres generaciones de mujeres brasileñas que, desde los márgenes de São Paulo, apuestan por sus propios sueños en un país marcado por profundas contradicciones sociales y políticas. Dolores, una mujer de sesenta y cinco años con un pasado ludópata, sueña con abrir un casino; Débora, su hija, espera la liberación de su pareja para empezar de nuevo; y Duda, su nieta, fantasea con emigrar a Estados Unidos. Todas, de una forma u otra, buscan una salida. Y en ese intento, también se encuentran entre ellas.
Marcelo Gomes, reconocido por películas como Cinema, Aspirinas e Urubus o Joaquim, compartió durante años una estrecha colaboración creativa con Chico Teixeira, director de La casa de Alice y Ausência. “Trabajamos juntos en los guiones de esas dos películas y luego comenzamos a desarrollar este tercero, Dolores”, recuerda Marcelo. “Chico era un creador de universos. En La casa de Alice, el mundo de las peluquerías; en Ausência, el de los mercados; y ahora, había comenzado una investigación sobre las prisiones y el entorno social femenino que orbita alrededor de ellas”. Teixeira también había explorado el universo de los casinos clandestinos en Brasil, como una metáfora de las ilusiones y las trampas de la libertad. Pero su fallecimiento dejó el proyecto en pausa. Fue entonces cuando Marcelo decidió retomarlo y sumar a su colaboradora de años, Maria Clara Escobar, con la que trabaja desde hace más de diez años.
Con títulos como Os dias com ele y Desterro, la directora ya había consolidado una voz propia en el cine de autor brasileño. “Cuando Marcelo me invitó a participar en esta película me interesaba hablar también de los imaginarios de cada generación: la que vivió la dictadura, la que vivió la esperanza de una izquierda más estable y la juventud actual, criada en el neoliberalismo y la ilusión de la libertad individual”, señala.
Ambos coinciden en que su cine parte de personajes complejos, imperfectos, con capas emocionales y contradicciones. “Queríamos mujeres que buscan su libertad individual, pero que acaban entendiendo que la verdadera libertad es comunitaria”, aclara la cineasta.
El reparto también rinde tributo a Chico Teixeira, con el regreso de actrices que trabajaron con él.
Uno de los aspectos más distintivos de Dolores es su uso narrativo de la música y las localizaciones. “A diferencia de otros proyectos, esta película nos pedía música. Trabajamos estrechamente con el director musical Felipe Botelho para crear un universo sonoro único para cada personaje”, explica Marcelo. Las localizaciones fueron elegidas con sensibilidad, especialmente el barrio de Parelheiros, al sur de São Paulo. “Queríamos mostrarlo con respeto; no caer en el cliché de que para querer cambiar de vida hay que vivir en el infierno. Estas mujeres aman sus barrios, pero también sueñan con más”.
Dolores es también una película que dialoga, conversa, con el Brasil de hoy en día. “Por coincidencia triste, muchos temas que aparecen —el juego ilegal, la venta de armas, la fascinación por Estados Unidos— son parte del debate actual que se da en nuestro país”, reconoce Marcelo.
María Aranda