"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Ayer lunes 22, mientras el viento y la lluvia azotaban el Kursaal, se presentaba Ni de yan jing bi tai yang ming liang / Nighttime Sounds, el segundo largometraje de Zhang Zhongchen (China, 1991). Los espectadores del Zinemaldia que salieron a la intemperie, sin embargo, apenas repararían en el mal tiempo, puesto que sus pensamientos estarían perdidos en una remota aldea rural de China, entre campos de trigo y unas estatuas de la dinastía Song de más de 800 años de antigüedad.
En esos campos de trigo vive Qing, de ocho años, con su madre, Hongmei, mientras su padre trabaja fuera de casa todo el año. Desde esa mirada infantil, conocemos las tradiciones y costumbres de Maozhuang (pueblo ficticio basado en la provincia de Henan). Pero también desde esa mirada infantil conocemos el pasado de su madre (y su presente), que relega a Qing a un espacio marginal, añorando el cariño de una madre que tiene ojos para todos menos para ella.
Este segundo largometraje del cineasta chino juega con el realismo mágico, a caballo entre la mirada infantil que observa y el mundo adulto que calla. Zhang ha venido a San Sebastián con casi todo su equipo, que por primera vez asiste a un estreno en Europa, y cuenta que recibió la noticia de la selección hace meses, en junio, cuando aún descansaba tras el ajetreo de su primera película, Zui Hou de Gao Bie / The White Cow, por la que obtuvo los premios a la mejor película y a mejor director en el Festival FIRST de China. “Recibir la noticia fue como despertar de una siesta y descubrir que estás caminando ya por otro país”, relata.
Zhang trabaja sin preparación formal como director: aprendió a dirigir por necesidad, por urgencia de contar lo que veía, lo que vivía. Su primera película exploraba el vínculo entre padre e hijo, y en Nighttime Sounds explora el vínculo entre madre e hija. El protagonismo del film se lo reparten dos jóvenes actrices, una actriz profesional y otra no. Pero este no fue el gran reto del largometraje. Zhang dice que lo difícil fue rodar a contrarreloj, ya que los campos de trigo tienen dos meses de maduración y la película se rodó desde que están verdes hasta que se cosechan. El rodaje se llevó a cabo entre abril y junio, dos meses justos para capturar el crecimiento del trigo.
El guion, que firma junto con Li Zhigang, está inspirado en lo que ha visto él en casa, de los roles invisibles que las mujeres asumen en las aldeas, donde son apartadas de la sociedad. “A la hora de comer, las mujeres son quienes preparan la comida, pero luego los que se sientan a la mesa son los hombres. Ellas comen aparte. Está tan asumido que, por mucho que pasen los años, nada cambia”. Y en esa cotidianidad muy concreta emerge un realismo mágico: la mirada de Qing ve fantasmas y secretos en las sombras dentro del viento, en los murmullos entre las piedras, en los plásticos de los invernaderos. Nighttime Sounds destaca por su sinceridad, con una historia dura pero real. Cuando termine la proyección en San Sebastián, cuando las luces se enciendan, quedará el recuerdo del sonido de los campos de trigo, del murmullo entre las estatuas, de los silencios de Qing y de su niñez anhelada.
Iratxe Martínez