"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Tras su estreno mundial en la Quincena de Cineastas de Cannes, el debutante en el largometraje Yuiga Danzuka (Tokio, 1998) viaja por segunda vez en Europa con Miharashi Sedai / Brand New Landscape. En 2022 dirigió el cortometraje Far, Far Away para el proyecto de desarrollo de jóvenes cineastas New Directions in Japanese Cinema. En su ópera prima muestra el desarraigo familiar de dos hermanos desatendidos que sobreviven en la selva urbana. Conversamos con el joven cineasta japonés acerca de su mirada sobre Tokio, la memoria y las elecciones que marcan el rumbo de la vida.
Me sorprendió encontrarme con un Japón contemporáneo que ha roto con ciertos gestos tradicionales. ¿Fue una decisión consciente?
Sí. En el cine japonés hay muchos elementos tradicionales, pero yo quería mostrar el Tokio actual, la vida de los jóvenes, el modelo de familia. Sin mentir, sin artificio.
¿De dónde nace la historia?
Comencé a escribirla cuando tenía veintitrés años. Al principio el guion giraba en torno a la familia, pero pronto vi que también quería explorar la ciudad de Tokio.
Justamente, en su forma de filmar los espacios hay algo muy particular. Por ejemplo, la cámara entra y sale de los edificios en medio de una escena.
Quería mostrar primero como es la persona en relación con el espacio para después mostrar el edificio por fuera, para compararlos y ver como se afectan el uno al otro.
El entorno como un personaje que dialoga con los otros…
Viene de mi relación con los lugares, como el centro comercial de Miyashita Park del film. Es un ejemplo perfecto para mostrar el desarrollo arquitectónico del Tokio de hoy. Ahí, antiguamente, vivían todos los sintecho, a quienes se les expulsó. Mi padre estuvo implicado en ese proyecto. La película es… bastante autobiográfica.
La fijación por la arquitectura se plasma en esas secuencias fotográficas del proceso de construcción del centro comercial.
Fue un modo de recordar su historia y transmitir la memoria de aquel espacio transformado.
También destaca la música, de tono muy singular.
La compuso Ryo Teranishi, un compañero de la escuela de cine. Le pedí que imaginara voces infantiles, como un coro religioso, pero sin olvidar que era una película contemporánea. Así surgió una mezcla entre lo pop y lo espiritual.
En un momento, el novio de Emi dice que “él no la ha elegido”. Es una frase que parece resumir el conflicto central del film.
Exacto. La película trata sobre las elecciones —la carrera profesional, los caminos personales—, pero también sobre aquello que no podemos elegir, como la familia en la que nacemos. Esa tensión entre lo que escogemos y lo que se nos impone atraviesa toda la historia.
La película se cierra con una dedicatoria a su madre y a la ciudad de Tokio. ¿Se inspiró en otros films para tratar la ciudad casi como un personaje?
Me interesaba mucho esa tradición clásica en la que el paisaje no es un simple fondo difuminado, sino parte esencial de la narración. En ese sentido me inspiran tanto las obras maestras europeas como el trabajo de Kenji Mizoguchi y de su director de fotografía Kazuo Miyagawa.
Marc Barceló