La directora francesa Lucile Hadzihalilovic dice sentirse como en casa en Donostia, donde ha presentado todas las películas que ha hecho, ganando New Directors con Innocence y el Premio Especial del Jurado en la Sección Oficial con Évolution (2015) y Earwig (2021). Su nueva película, La tour de glace, la presenta este año en Zabaltegi-Tabakalera tras ganar un Oso de Plata a la contribución artística en el pasado Festival de Berlín. Con su particular universo visual, Hadzihalilovic nos ofrece una gélida fábula sobre la huida del hogar de una adolescente (la debutante Clara Pacini) y la relación que entabla, bajo una aparente mutua fascinación, con una misteriosa actriz (Marion Cotillard), que está protagonizando una película que adapta el cuento de Hans Christian Andersen, “La reina de las nieves”.
Sus películas siempre son cuentos o fábulas personales que remiten al universo infantil, pero en esta ocasión ha utilizado como material de partida un cuento muy conocido, “La reina de las nieves”. ¿Qué le inspiró de este cuento?
Conozco el cuento desde niña y lo leí también varias veces de adulta. Hay muchas cosas en él, pero más que la historia en sí, lo que me atrajo fue la imagen de la nieve. Por alguna extraña razón, que no sé explicar muy bien, quería plasmar el frío, mover a los personajes entre la nieve y el hielo. Así es también una especie de continuación de mi película Earwig. Del cuento también me interesaba el encuentro entre la reina de las nieves y la niña, que en mi película es una adolescente, lo cual me venía mejor para la confrontación entre los personajes.
El universo infantil y la quiebra de la inocencia, así como la orfandad, son motivos siempre muy presentes en sus historias. ¿Por qué le interesan tanto estas cuestiones?
No es tanto la quiebra de la inocencia, entendida como pureza, como la pérdida de la ignorancia. Son personajes que todavía no saben, y eso lo quiero interpretar como que todavía no han nacido definitivamente. Y la orfandad convierte a los personajes en frágiles y desprotegidos. El desconocimiento, la desprotección y la fragilidad me interesan y me ofrecen muchas oportunidades.
No es una película de acciones, sino muy psicológica, en la que el vínculo y el juego entre las dos protagonistas son esenciales. ¿Cómo lo trabajó con las actrices?
La situación profesional real de las actrices me venía muy bien con esta historia, siendo Marion Cotillard una estrella consagrada y Clara Pacini una debutante, algo que se asemeja a lo que ocurre en el film. Pero Clara tiene una seguridad y una fortaleza que traslada muy bien al personaje (o personajes, porque de algún modo su papel son dos personajes). Pero no hicimos una preparación especial entre ellas. Sólo se juntaron una vez antes del rodaje, que además fue bastante especial: Marion nos invitó a su casa en París para que ellas se conocieran, y ese día estaba nevando, lo cual era realmente raro en esas fechas. Y fue como estar ya en la película. Además, conectaron muy bien.
Visualmente tiene un universo propio muy reconocible. ¿Cómo aborda este proceso creativo? ¿Parte de imágenes previas a menudo? ¿O escribe la historia antes y busca después la adecuación formal?
Generalmente me vienen primero las imágenes, aunque en este caso la línea argumental sí estaba bastante definida sobre un patrón tradicional: una adolescente que huye, el descubrimiento de un lugar especial, el encuentro con la actriz, la relación que establecen…
Pero sí, realmente primero me vienen las imágenes, especialmente en Évolution, que tenía ya las imágenes en mi cabeza y necesitaba encontrar la historia. En cualquier caso, las imágenes para mí ya son historias en sí mismas.
Gonzalo García Chasco