"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Hoy llega a su fin una edición más del Festival de San Sebastián. El cansancio se acumula en el cuerpo. Las películas se mezclan entre sí. La temporalidad está completamente alterada. Ya no se sabe si algo se vio hace unas horas o hace una semana. Las escenas de la vida pueden verse directamente en la pantalla y aquellas de la pantalla aparecen en las calles donostiarras.
Siempre hay una pregunta por la utilidad del cine en este mundo, su capacidad o no de transformarlo. A lo largo de estos días traté de esbozar posibles respuestas a partir de las formas de habitar que se muestran en lo más importante de los festivales: las películas. Hoy no me quedan más que algunos planos de los últimos días. Unos los encontré en la sala, otros no. Pienso en los conflictos resueltos en las escaleras, los cuales escribió Lillian Hellman y filmó William Wyler. Los surfistas desafían las olas de la Zurriola, demostrando que no, la ciudad no está paralizada por el Festival. Una mujer siembra una rosa en la tierra. En una oficina de redacción dieciséis personas documentan efusivamente la memoria futura de un evento. José Luis Guerín menciona la textura sagrada que tienen las sábanas en una película de Dreyer. Pero, sobre todo, el sonido de las calles donde la gente se reúne para hacernos recordar que en Palestina ocurre un genocidio que tienen que parar, que nunca debió ocurrir.
En mi entrevista con Paz Encina, la cineasta me comentó que la felicidad es más bien el breve contrapunto a las cosas que no te la dieron: el sentirse, por momentos, tan vacíos, tan poco plenos, tan solos, tan angustiados. Luego llega algo que, por un segundo, te arranca de eso. Recordé, entonces, la última frase de El placer, la película de Max Ophüls, en la que el narrador dice que “la felicidad no es alegre”. Quizás en estos días se logró que lo fuera o al menos sembró la esperanza de que un día lo sea.
José Emilio González