"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Un actor de Hollywood en el ocaso de su estrellato recibe un homenaje por parte de un modesto festival de cine celebrado en una paradisiaca localidad de la Toscana. Sobre la pantalla se proyecta un montaje con algunas de las escenas más icónicas de su filmografía. La emoción en su rostro resulta patente. Cuando se encienden las luces, el actor mira directamente a cámara y nos interpela directamente a los espectadores: “¿Hacemos una más? ¿Repetimos?” En ese momento se condensa toda la fuerza de la película: ¿se está refiriendo a repetir la toma o a repetir su vida, a volver a empezar de cero? El hecho de que esa estrella en el otoño de su carrera, de nombre Jay Kelly, esté encarnada por George Clooney, el último ejemplar vivo de lo que un día fue el star system hollywoodiense, confiere un valor adicional a ese plano de clausura. Porque de lo que nos habla un film como Jay Kelly es de la dificultad que tienen las grandes estrellas de sustraerse de su propio personaje, de ese perfil público que (con la inestimable colaboración de agentes, publicistas, jefes de prensa y asistentes) han ido creando de sí mismos hasta el punto de anular su verdadero yo. Estrellas condenadas a representar un doble papel (aquel que se les asigna en las distintas películas que ruedan y aquel que desarrollan en labores de promoción y relaciones públicas).
Jay Kelly es un film que, a través de su protagonista, habla de la dificultad de ser uno mismo en un mundo que asfixia cualquier tentativa de espontaneidad y que condena, a quienes forman parte de él, a una inestabilidad emocional que los lleva a descuidar sus relaciones afectivas y a ir alejándose de sus seres queridos hasta quedarse aislados del mundo en la defensa de su personaje público. Con estos retales, el director Noah Baumbach teje un traje hecho a la medida de Clooney para que el actor pueda desplegar todo su carisma en una composición donde resuenan ecos autoparódicos, una composición hecha desde el humor, pero impregnada también de una incuestionable carga de ternura. Con el contrapunto de un Adam Sandler pletórico que, con aires sanchopancescos, interpreta al mánager de Jay Kelly, la película se contagia de esos tonos apacibles del paisaje toscano, donde el protagonista desembarca con todo su séquito siguiendo las huellas de su hija menor, para ofrecernos un relato donde palpita el espíritu del mejor Fellini en su retrato del mundo del cine como un universo de luz y de excesos. Para el director de 8 y ½ la imaginación siempre fue una forma de memoria, algo que también lo vincula al protagonista de Jay Kelly cuando este concluye “mis recuerdos están en las películas”.
Al margen de estos guiños cinéfilos, que conectan una película como Jay Kelly con toda la obra anterior de Baumbach, el presente largometraje reúne un reparto lleno de habituales en la filmografía del director, como Laura Dern o Greta Gerwig y donde también aparecen rostros veteranos como los de Stacy Keach o Jim Broadbent.
J.I.G