Tres de las películas más importantes de William Wyler, Esos tres, La calumnia y La loba, parten de obras de Lillian Hellman adaptadas al cine por la propia dramaturga. O, dicho de otro modo, tres de los guiones más reconocibles de la escritora fueron realizados por Wyler. ¿De quién es la autoría de estas películas, si es que fuera necesario adjudicársela a una sola persona? ¿O nos situaremos en la disyuntiva de hace un par de décadas, cuando se discutía la paternidad de aquellos revolucionarios guiones de Charlie Kaufman llevados a la pantalla por imaginativos directores procedentes del campo del videoclip como Michel Gondry (Human Nature y ¡Olvídate de mí!) y Spike Jonze (Cómo ser John Malkovich y Adaptation. El ladrón de orquídeas)? Entonces se reivindicó la figura de Kaufman por encima de todo, pero no es menos cierto que Gondry y Jonze elaboraron su estilo más reconocible con estas películas.
Algo parecido ocurre con los trabajos conjuntos de Hellman y Wyler: queremos establecer si son más de una que de otro, lo cual, por otro lado, resulta muy saludable, pues cuantos más ángulos de visión, mucho mejor. La forma de funcionar del Hollywood clásico tiene mucho que ver en esta fructífera relación. Escritora y director coincidieron en la compañía de Samuel Goldwyn, productor que no solo los tenía más o menos en nómina a ambos, sino que contaba también con el director de fotografía Gregg Toland –el apóstol de la profundidad de campo con Wyler y Welles– y los actores Joel McCrea y Sylvia Sidney. Los dos protagonizarían el melodrama urbano Dead End, la otra colaboración entre cineasta y escritora –aunque en este caso Hellman firmó el guion a partir de una pieza teatral ajena–, McCrea también interpretó Esos tres y Toland fue el mago de luces de las cuatro películas del tándem bendecido por el avispado Goldwyn. Además, tuvieron participación en otras dos producciones de la casa: en El forastero de Wyler, Hellman escribió escenas adicionales sin acreditar, mientras que en El vaquero y la dama, de H. C. Potter, algunos planos fueron filmados por Wyler y en el guion colaboraron Hellman, su amiga Dorothy Parker y hasta once escritores más, tampoco sin crédito oficial.
Con La calumnia, la única no producida por Goldwyn, Wyler realizaría un remake de un film propio, Esos tres, algo que fue habitual en contemporáneos suyos: John Ford, Howard Hawks, Alfred Hitchcock, Cecil B. De Mille, Frank Capra, Leo McCarey o Yasujiro Ozu, en Japón, también se versionaron a sí mismos. Pero a diferencia de las dos lecturas de El hombre que sabía demasiado de Hitchcock, o de la comedia screwball de Hawks Bola de fuego reciclada en comedia musical por el director en Nace una canción, Esos tres/La calumnia obedece al sentido de la relectura o reajuste de su pieza teatral por parte de Hellman, que es también quien se versiona a sí misma escribiendo o participando en el nuevo guion. Es un detalle importante y no muy habitual: Wyler pretendía adaptar el texto a unos tiempos más permisivos en cuanto a la exposición de la sexualidad, mientras que Hellman, que ya lo había dejado todo bien claro en su obra teatral, “The Children’s Hour”, podía, a través de una nueva escritura, acercar mejor los planteamientos de su texto al cine y la sociedad estadounidense de los primeros años sesenta.
Dudley Nichols colaboró mucho con Ford. Robert Riskin le ideó bastantes guiones a Capra. Billy Wilder necesitaba a I.A.L. Diamond. Hawks y Josef von Sternberg contaron muchas veces con los guiones de Jules Furthman. Wyler, cineasta de filmografía dilatada, capaz del drama góticoromántico (Cumbres borrascosas), el super western (Horizontes de grandeza) y el macropeplum (Ben-Hur), encontró temáticas perfectas en Hellman, y está halló en el director de Brigada 21 a uno de los que mejor la convencieron en el trasvase de sus obras al cine.
Quim Casas