Louis Jouvet, una presencia capaz de llenar el plano con su casi siempre inquietante e inteligente mirada, encarna en Un revenant (1946) a un individuo irónico, sibilino, frío y calculador. Solo de esta manera, asumiendo estas condiciones como algo natural, puede preparar a conciencia su venganza. Porque el film realizado por Christian-Jaque no deja de ser un relato sobre alguien que regresa de entre los muertos para vengarse de aquellos que intentaron matarle. Para ello teje una malévola estrategia en forma de tela de araña en la que quedan atrapados sus dos antiguos socios, la esposa de uno de ellos y el hijo del otro.
La película acontece en Lyon, envuelta en una bruma lechosa en los escasos planos en exteriores; una naturaleza muerta, como asegura Jean-Jacques Sauvage al regresar a ella dos décadas después de su desaparición. Gonin y Nisard, sus antiguos socios y amigos, están buscando soluciones para reflotar su deficitaria empresa. Una de ellas pasa por casar al hijo de Nisard (François Perier) con la hija de una acaudalada familia. Pero el regreso de Sauvage pondrá en jaque los planes de todos.
Un revenant. En francés e inglés quiere decir lo mismo: fantasma, espectro. El espectro que vuelve.Les Revenants es una serie francesa de 2012 que actualiza, sin gore, el tema de los muertos vivientes. The Revenant (El renacido) es el título del film de Alejandro González Iñárritu en el que Leonardo DiCaprio es dado por muerto tras el ataque de un oso y “vuelve de entre los muertos” para vengarse de quien le traicionó. La palabra sirve para ilustrar muchas historias distintas. La de Christian-Jaque no es de terror ni de aventuras, ni violenta ni macabra. Es más bien un drama negro no exento de cierto sentido del humor en el que el hombre que todos creían muerto, o desaparecido, no es el único “espectro” de la función: Gonin le asegura a Sauvage que su esposa Geneviève, antiguo amor de éste, ha fallecido, cuando está muy viva escuchando la conversación tras la puerta. Después, en una notable idea de dirección, Christian-Jaque f ilma a Geneviève como un fantasma reaparecido cuando visita el teatro en el que Sauvage ensaya su obra de ballet: Sauvage la ve en el patio de butacas desde el escenario, difusa, pero entonces el técnico de luces dirige su foco hacia ella, con lo que la mujer se convierte en una revelación.
Unos lo rehúyen. Otros lo temen. Algunos se acercan, como François, el hijo de Nisard, que acude con sus dibujos al teatro para que Sauvage le de trabajo. Geneviève asume un papel intermedio en el alambicado juego en el que se va convirtiendo el relato. En una magnífica escena, Sauvage se cuela en la habitación del joven François, un espacio que le define: es romántico, sentimental, atormentado, indisciplinado, irrespetuoso, desordenado, coqueto y generoso. La cámara recorre diversos objetos y prendas de la estancia que ilustran cada uno de estos adjetivos comentados, con cierto respeto, por Sauvage. La escena sirve para confirmar la inteligencia del protagonista, capaz de hacer el retrato perfecto de un hombre observando cual Sherlock Holmes como tiene dispuesta su habitación, y para modelar también a François, quien representa cierta integridad en el hipócrita contexto burgués descrito en el film. Otro momento excelente, muy coherente con la idea del revenant del título, de la cualidad fantástica que podría adquirir la película, es el flashback que evoca lo que sucedió veinte años atrás: lo explica Sauvage pero él no aparece en la imagen recordada, sino que las puertas de la casa se abren y y cierran solas, la cámara sigue a una figura invisible y el punto de vista pasa del subjetivo al general.
Christian-Jaque quizá sea más recordado por films de aventuras como Fanfan la tulipe y El tulipán negro, por los dramas que Truffaut consideraba académicos y encorsetados –Lucrecia Borgia, La cartuja de Par ma–, incluso por haber reunido a Brigitte Bardot y Claudia Cardinale en el rodaje español de Las petroleras. Eficiente director de cine popular, se muestra conciso en Un revenant y sabe que la presencia hipnótica de Jouvet puede llenarle tanto los espacios como las grietas del relato. En el guion participó Louis Chavance, montador de L’Atalante, de Jean Vigo, y guionista de El cuervo, de H. G. Clouzot, y la estrella del ballet que está ensayando Sauvage es interpretada por Ludmilla Tchérina, la bailarina y actriz francesa que un año después destacaría en Las zapatillas rojas de Powell & Pressburger.
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Presentada por Thierry Frémaux, director del Institut Lumière de Lyon y delegado general del festival de Cannes. Restauración realizada por Vectracom.