Tras concitar elogios con su anterior largometraje, La peor persona del mundo (doblemente nominada al Oscar como mejor película extranjera y mejor guion original), el cineasta noruego Joachim Trier ha traído a Perlak un film realmente conmovedor, Valor sentimental, donde junto al concurso de su actriz fetiche, Renate Reinsve, destaca el protagonismo de un Stellan Skarsgård imperial. Ambos interpretan a una hija y a un padre. Ella, una actriz teatral de éxito, él un histórico cineasta arrinconado por la industria que pretende realizar una última gran película y que sea su hija la que la protagonice. Detrás de semejante oferta, la chica intuye un torpe intento por parte de su padre por reconciliarse con ella tras llevar años distanciados. A partir de ahí lo que Trier nos ofrece es un poderoso drama humano acerca de la incapacidad que atesoramos para expresar nuestras emociones, lo cual no deja de ser irónico en dos personajes para los que esa es la razón de ser de su oficio. Cuestionado sobre si es compatible dedicarse a la creación artística y aspirar a una cierta estabilidad familiar, Joachim Trier evoca su propia experiencia al afirmar: “Estoy de acuerdo. Mi abuelo era director y mis padres se dedicaban al mundo del cine y era muy divertido. Yo recuerdo que cuando acompañaba a mis padres en el set pensaba ‘mira igual no está tan mal hacerse mayor’ porque los veía hacer cosas extravagantes para ser adultos. Si no hubiera podido dedicarme al cine no hubiera podido ser quien soy y eso me hubiera hecho peor padre”. A su lado, Stellan Skarsgård asiente y comenta: “En ese deseo de ser un buen padre o un buen marido, al final todos estamos destinados a fracasar. Debemos aceptar nuestros defectos y de eso trata esta película, de una serie de personajes a los que la voluntad por comunicarse les hace ser conscientes de sus limitaciones”.
Uno de los grandes asuntos que subyacen en Valor sentimental es el tema del legado. Joachim Trier reconoce que es un argumento al que, personalmente, le dedica bastante atención: “Lo pienso mucho. Yo creo que es una responsabilidad natural que asumes en cuanto eres padre. Es un reto constante. Estás todo el rato preguntándote cuales son los sentimientos más sinceros que puedes transmitir a tus hijos. Una vez leí a un psicólogo francés decir algo así como que los padres, en lugar de estar obsesionados con enseñar a hablar a sus hijos, lo primero que tendrían que hacer es plantearse cuáles son los sentimientos más auténticos que les pueden transmitir. Yo estoy de acuerdo con él”. Skarsgård completa esta idea al afirmar: “Los niños se dan cuenta de las cosas mucho antes de lo que pensamos, y si no les dices la verdad, desconfían de ti”.
A la hora de reflexionar sobre el déficit afectivo como consecuencia de una mala comunicación, el director noruego cree que “la familia te exige expresarte en otro lenguaje, un lenguaje que trasciende la comunicación oral. Un gesto, un baile, una mirada, te pueden dar mucha más información sobre el estado de ánimo de tus seres queridos que una conversación como tal”. Pero ¿hasta qué punto hablar sobre estas cuestiones puede considerarse un gesto político hoy en día? “Es verdad que estamos en un mundo muy difícil y tenemos que creer en algo, tenemos que tener esperanza en algo. Y yo creo que todo empieza con las relaciones personales y a partir de ahí deberíamos crear un espacio de reconciliación que funcionase en términos políticos”, apunta Trier.
Valor sentimental se antoja un largometraje tan rico que en torno a todos estos argumentos subyacen otras cuestiones como la reivindicación del cine de antaño, mucho más honesto y personal a la hora de transitar por escenarios intimistas. Dicha reivindicación define al personaje interpretado por Skarsgård, si bien Joachim Trier prefiere ser prudente: “Creo en los valores más que en la nostalgia. El cine siempre ha sido una batalla entre el interés comercial y la pulsión autoral, no es nada nuevo. Yo creo que las nuevas generaciones de cineastas deberían sentirse libres y no guiarse por lo que dicen los mayores”.
Más allá de otras consideraciones, Valor sentimental es una historia sobre un grupo de personas que, hablando lenguajes diferentes, comparten el deseo de comunicarse y sobre las dificultades que ello les plantea.
Jaime Iglesias Gamboa