Zabaltegi-Tabakalera acogió ayer el estreno mundial de La grève / The Strike, mediometraje de la cineasta francesa Gabrielle Stemmer (Boulogne-sur-Mer, Francia. 1991). Su trabajo como montadora de otros films se manifiesta en el papel capital que tiene la edición como arma narrativa en sus proyectos personales. Los cortometrajes previos son, efectivamente, embates. La opresión sobre las mujeres es más transparente que nunca gracias a la sobreexposición que suponen las redes sociales. Entre esos archivos contemporáneos, Stemmer se encuentra como en casa: son su material de observación, reflexión, discurso. Mujeres que limpian sus casas en vivo, Tiktokers confinadas, y un radar sobre el algoritmo de YouTube que ofrece miles de trucos para convertirse en la mujer ideal… Temas de sus trabajos previos, que han preparado el terreno para La grève: un salto tanto de metraje como intelectual.
El origen del proyecto presente se remonta a la productora Sandra da Fonseca, quien sugirió a Stemmer adaptar un texto. Se trata del ensayo “La chair est triste hélas” (“La carne es triste”, publicado por Altamarea en castellano) de la también cineasta y escritora Ovidie, en huelga sexual tras darse cuenta que no había hecho el amor en tres meses, y que ha probado a seguir un camino alejada del deseo masculino y el modelo heterosexual mientras reflexiona acerca de los condicionantes políticos e íntimos de su decisión. “Leí el texto y enseguida me vinieron muchas imágenes a la cabeza. Me gusta trabajar con archivos, así que le dije: ‘Si te parece bien una película hecha completamente de archivo, me apunto’”.
El trabajo de investigación fue monumental. Stemmer recurrió a tres grandes fuentes: el vasto catálogo de INA, el archivo de la televisión francesa; los océanos contemporáneos de YouTube; y el catálogo de cine amateur del proyecto cultural Ciclic, que, a su vez, produjo el film. Allí halló ficciones caseras rodadas por aficionados, cuya potencia estética la sorprendió. Pero, ¿cómo orientarse entre tantas imágenes a disposición pública? “Imágenes de mujeres, imágenes extrañas”, le dijo a una de las documentalistas que la ayudó en la búsqueda.
Stemmer no se conformó con el relato de Ovidie. Ensanchó la perspectiva femenina con testimonios de la plataforma Journal Intime, un espacio de diarios anónimos en línea. Hélène, Margot, Julia, Ania, Elsa, Claire… reflejan “una experiencia más universal, la mía también, y la de todas esas mujeres que aparecen en las imágenes”, explica. El resultado es un coro de voces que revela una constante perturbadora: la violencia siempre está presente en el diario de una mujer.
Consciente de la crudeza del texto, escogió “una voz suave” que dijera las palabras de Ovidie durante cincuenta minutos: es Julia Faure, una actriz de aura antigua que le recuerda a Delphin Seyrig (El año pasado en Marienbad), quien fue una activista feminista también. “Ovidie dice que podríamos construir algo sano con un hombre, pero por ahora ha dejado de intentarlo”. Esta huelga particular permite a Stemmer abrir el film con imágenes de la tradición de cine militante en contextos de conflictos fabriles.
Tras el estreno en Donostia, Stemmer espera que la obra genere debate y reflexión, incluso entre los hombres, algunos de los cuales — cuenta— se reconocen interpelados de manera inesperada. Lo cierto es que La grève confirma a Gabrielle Stemmer como una de las voces femeninas más singulares en Francia, como Gala Hernández (La mécanique des fluides), a quien conoció cuando hizo su primer film.
Marc Barceló