Kleber Mendonça Filho es uno de los directores más personales y fascinantes del actual cine brasileño. Autor de películas como Aquarius o Bacurau, su último film, O Agente Secreto (que le valió el premio al mejor director en el último festival de Cannes y que estos días puede verse en Perlak), supone una inmersión en la memoria histórica de un país más allá de toda convención.
Su película está ambientada durante los años 70, en plena dictadura militar. ¿A qué atribuye esa tendencia que parece haberse apoderado del cine brasileño por explorar aquel período?
Personalmente, lo que me llevó a comenzar este proyecto, hará unos diez años, fue la sensación de que ciertos discursos, que uno creía ya superados y que formaban parte del museo de nuestra historia, estaban volviendo a tomar la escena política. De repente, oías cosas como que aquel período no había sido para tanto o que se tenía que haber matado a más gente. Ante eso, me sentí impelido a narrar lo que fueron aquellos años. Creo que Brasil vive ahora mismo en una suerte de amnesia autoinfligida.
O Agente Secreto, siendo un film político, no es, sin embargo, una película militante. ¿Cómo se consigue ese equilibrio?
Pues intentando huir de ciertos clichés o patrones narrativos. A mí, sobre todo, lo que me interesaba era hacer una reconstrucción de un tiempo y de un país, no de unos hechos concretos o de una historia real. Quería huir de los rigores de lo que se ha venido llamando “película sobre la dictadura”, algo que, en cinematografías como la brasileña, la argentina o la chilena constituye una suerte de subgénero.
Supongo que en esa reconstrucción jugaron un papel importante sus propios recuerdos.
Yo en 1977, que es el año en que está ambientada la película, tenía nueve año Fue un año en el que mi madre se puso muy enferma y mi tío nos llevaba a mi y a mi hermano todas las semanas al cine. Entonces, tengo un vínculo emocional muy fuerte con el año 77. No obstante, sí que recuerdo que todos los viernes, en el colegio donde estudiaba nos hacían marchar como si fuéramos soldados. También recuerdo a los adultos que estaban hablando de cualquier tema y, de repente, sin venir a tiempo, bajaban la voz y continuaban la conversación entre susurros. Luego, con el paso de los años conocí historias acerca de comunas de izquierdas en Recife donde sus habitantes se protegían los unos a los otros y ese fue un poco el germen del guion de O Agente Secreto.
Resulta llamativo que el final de la historia y buena parte de la misma se explique desde el presente.
Siempre me ha fascinado como unos hechos pueden adquirir un significado distinto cuando pasan a ser material de archivo o cuando pasan por el filtro de la memoria. Por ejemplo, la primera vez que yo visité España fue en 1983 y recuerdo un país muy austero poblado por gente muy seria. Con esto quiero decir que la línea temporal que define la memoria de un país está sujeta a perspectivas diferentes y quise que, de alguna manera, eso estuviera en la película, porque sentí que le confería más fuerza a la historia.
En esa reconstrucción de un tiempo y de un país, usted se permite jugar con elementos de distintos géneros cinematográficos o experimentar con el color y las texturas hasta conferir a la película el estilo visual muy años 70.
Hoy en día atravesamos un momento en el que tenemos un acceso democrático a la tecnología y eso es una ventaja y un inconveniente en la medida en que puede llegar a homologar todas las películas. Hace unos años recuerdo haber visto una película brasileña cuyo estilo visual era idéntico al de un spot publicitario del Ayuntamiento que habían proyectado justo antes. Lo interesante es servirte de esas herramientas tecnológicas y combinarlas con el trabajo desarrollado por los departamentos de caracterización, fotografía y dirección artística a fin de conferir a tu película un estilo visual específico. Eso fue lo que hemos intentado hacer en Español y lo que llevo haciendo en todas mis películas anteriores. En este caso, además, me inspiré en toda una serie de referentes que yo tenía como espectador, en películas de directores como Sergio Leone, Robert Altman, Peter Weir, Brian De Palma e incluso Héctor Babenco, cuya película Lucio Flavio (1977) nos marcó a muchos. Pero todas esas referencias las suelo manejar de manera natural y muy orgánica.
Jaime Iglesias Gamboa