Nacido en Tokio en 1962, Hirokazu Kore-eda ha regresado a Donostia, su segunda casa desde que en 1998 presentase aquí su largometraje After Life, primera de las cuatro veces que compitió por la Concha de Oro. Premio Donostia en 2018 y ganador en dos ocasiones del Premio del Público (en 2013 con De tal padre, tal hijo y en 2015 con Nuestra hermana pequeña) este año regresa a Perlak con Broker, película que le valió a su protagonista, Song Kan-Ho, el premio al mejor actor en Cannes y segunda experiencia del director nipón rodando fuera de su país tras haber realizado La verdad en Francia: “En aquella ocasión fue Juliette Binoche la que me buscó porque quería trabajar conmigo. En esta ocasión fui yo el que quería trabajar con estos actores coreanos. Más allá de la universalidad que pueda haber en las historias que cuento, rodar fuera de mi país lo asumo como un experimento, me gusta investigar qué aporta una mirada japonesa como la mía a aquello que acontece en otras realidades, si es que realmente aporta algo”, comenta Kore-Eda entre risas.
La historia de Broker se inicia con el abandono de un bebé a las puertas de una Iglesia. La madre, arrepentida, vuelve al día siguiente para reclamarlo, pero para entonces el niño ya ha sido sustraído por unos delincuentes que se dedican al tráfico de recién nacidos para entregárselos en adopción a familias adineradas. A partir de ahí, la historia sigue a estos personajes por un lado y, por otro, a una pareja de mujeres policías que pisa los talones a esta estrafalaria banda de criminales. “El guion de Broker lo escribí en paralelo al de Un asunto de familia. Ambas películas parten de noticias que leí en la crónica de sucesos. En una, se hablaba de un grupo de delincuentes que fingía ser una familia para perpetrar sus hurtos y, en otra, de las madres que abandonan a sus hijos en los llamados ‘buzones de bebés’. Es muy fácil leer esas noticias y condenar las acciones de estos personajes, pero a mí me interesa especular sobre las motivaciones de estos personajes, imaginar lo que hay detrás de sus acciones”.
Cuestionado acerca de la indulgencia que existe en su mirada hacia este tipo de personajes, marginados, excluidos, Kore-eda explica que “cuando me dieron la Palma de Oro en Cannes por Un asunto de familia, Cate Blanchett, que era la presidente del jurado, dijo algo que me conmovió, dijo que mis películas ponen el foco sobre gente invisible. En cierto modo me gusta, a través de mi cine, evidenciar la existencia de este tipo de personas, mostrárselas al público y constatar que están ahí”. De ahí que el cineasta japonés se rebele contra la tentación de construir arquetipos y prefiera explorar la veta de humanidad que existe en todos sus personajes, incluso, como en este caso, en seres oscuros dedicados al tráfico de bebés: “Al inicio de Broker es muy fácil que el espectador piense negativamente acerca de estas personas y, al contrario, resulta casi inevitable que deposite sus simpatías en la pareja de policías, pero según avanza la película, vamos asumiendo que no todo es blanco o negro, sino que lo que se impone es una gama de grises. De hecho, en la actitud de la pareja de policías hay mucha más oscuridad que en los delincuentes”.
En este sentido, Kore-eda dice que “aunque me interesa hacer un retrato de lo que ocurre en la sociedad centrándome en la intimidad de un microcosmos concreto, no creo que mis películas tengan una mirada política. Las películas que tienen un mensaje político dejan de ser cine para convertirse en propaganda”. Eso no es óbice para que en los filmes del director japonés se cuestione el carácter normativo de ciertas instituciones, sobre todo de la familia: “Siempre me dicen que hago películas sobre la familia, pero para mí la familia, ya esté formada por personas con lazos de consanguinidad o no, es únicamente un recipiente y lo interesante es lo que puedo llegar a introducir dentro de ese recipiente. Ese contenido hace que mis películas sean diferentes unas de otras”.
Jaime Iglesias