A comienzos de los años setenta un violento grupo nacionalista de extrema derecha tiene como objetivo derrocar el gobierno de Allende. Entre ellos está Inés, representada por dos talentosas María Valverde y Mercedes Morán, que encarnará a la Inés de la actualidad. La protagonista vive una historia de amor con Justo y el mejor amigo de ambos, Gerardo. Entre los tres, llevan a cabo un crimen político que cambiará el curso de la historia.

El título de la película “hace referencia al símbolo que acompañaba al grupo radical Patria y Libertad”, nos cuenta su director, Andrés Wood. Mientras conversamos con él recuerda la última vez que vino a San Sebastián con Historias de fútbol, en 1997, nada menos. Desde entonces, Wood nos ha dejado regalos como La buena vida (2008), galardonada con un Goya a la mejor película extranjera de habla hispana. Araña no se queda corta: representará al país en los Goya y los Oscar.

El director consigue con este film hablar del pasado desde el presente. “La película va llegando a mí poco a poco”, afirma Andrés Wood, “de alguna manera me causaba curiosidad la pregunta de qué estarían haciendo aquellas personas hoy en día”, concluye. Para mostrarlo, Wood cuenta con la actuación de Mercedes Morán, veterana en el Zinemaldia: “Me pareció un riesgo enorme protagonizar a Inés y a mí los riesgos me gustan. Encuentro muy atractivo salir de esa zona de confort. Además, tenía que hacer de chilena, por lo que el acento fue algo que tuvimos que trabajar tanto María como yo”. Lo que más le fascinó fue introducirse en “un personaje con zonas tan oscuras. Era un ejercicio fantástico entender por qué hizo lo que hizo esa mujer”. Mercedes Morán considera que “si Andrés no hubiera aportado humanidad a ese personaje hubiera sido muy difícil no juzgarla”.

Para la actriz María Valverde la única manera de introducirse en el personaje era “enamorándome de ella. Inés es una mujer salvaje, valiente, caprichosa, que saca todo aquello que tenemos dentro pero sin dejarlo en un lugar donde no se pueda ver”. Confiesa que el proyecto “me encantó. El guion me parece tan incómodo que se creó en mí la necesidad de ver la película acabada”.

Araña no es una película que hable únicamente de la historia que sacudió Chile en esos años. Es una película que “entrelaza entre la vida privada y la pública; que habla sobre la vida y la muerte, sobre el afecto y el horror”, afirma Andrés Wood. También es, ante todo, una historia de amor que demuestra hasta donde podemos llegar cuando los sentimientos de un pasado perduran en el presente.  

María Aranda