Jaime, a raíz de pasajes oníricos, establece relaciones de tipo erótico con Catalina. Su concepción difusa de la mujer y la ansiedad que siente por relaciones de tipo edípico (con una madre a la que no ve hace once años) le hacen regresar con Catalina a una finca donde pasó la niñez. En su inconsciente, Catalina se funde con la imagen de su madre, y cuando Jaime posee a Catalina su bloqueo psicológico quedará destruido.