Dublín, 1967. Los Browne se las arreglan para salir adelante día a día, hasta que el cabeza de familia muere y Agnes se encuentra sola para educar y mantener a sus siete hijos. Los problemas no tardan en llegar: para ofrecerle a su difunto marido el entierro que se merece, Agnes no tiene otro remedio que pedirme dinero a Billy, un prestamista sin escrúpulos. Las condiciones del usurero son draconianas: Agnes deberá rembolsarle cada semana una cantidad fija más los correspondientes intereses, sin no... Billy nunca hace excepciones, y no será una viuda con siete hijos quien ablande su corazón de piedra.