En el borde de la Tierra, en las tierras abandonadas, la gente vive como si el lenguaje que hablan hubiese pasado al olvido. Viven sin objetivos, vidas rutinarias sin manifestaciones visibles de amor y simpatía. Una mujer invita a un hombre; el hombre acepta a la mujer. Su mundo se estremece con los ansiosos gritos de un pájaro que nadie ve, mientras en la casa abandonada ha aparecido un ladrón de ovejas.