Muerta su madre, Alicia vive con su padre y la criada Emilia. Aquél regenta un cine en una ciudad andina, donde Alicia ve todo tipo de películas. Alicia vive entregada a sus lecturas, forjándose un mundo de imágenes junto a un deseo de evasión. Alicia, ya mujer, se ve protagonista de cuanto ha leído y visionado. Al final, el mundo del deseo y el del deber, se entremezclan y tratan de destruirse mutuamente.