Fernando Colomo presentó ayer, dentro de la sección Made in Spain, su última película como director: Las delicias del jardín. Se trata de una comedia muy personal elaborada en conjunto con su hijo, Pablo Colomo. Ambos han coescrito el guion y ambos lo protagonizan.
Colomo reconoce que, a pesar de haber participado en la elaboración del guion, su hijo Pablo no era la primera opción para el papel. Para el realizador, los contratiempos surgidos en el casting han terminado siendo una suerte para la película, ya que la participación de su hijo “ha dotado de mucha verdad a la historia”. Según el realizador, la última escritura del guion siempre se hace ante la cámara, y el hecho de que ambos fueran co-guionistas les dio mayor libertad a la hora de improvisar. “La química que la película muestra entre los dos es real”, apunta.
Esa buena sintonía que se percibe a lo largo del metraje entre padre e hijo se expande también al resto del reparto del film, que cuenta con intérpretes como Carmen Machi, Antonio Resines, Luis Bermejo o María Hervás. “Todos son grandes actores con los que he trabajado en muchas ocasiones y con los que tengo una relación estupenda”, afirma Colomo. “El ambiente en el plató fue muy bueno”.
Las delicias del jardín cuenta las peripecias de dos pintores con graves problemas económicos: uno porque está venido a menos, el padre, y otro porque todavía no ha logrado despuntar, el hijo. Esto les obliga a vivir juntos en un estudio-garaje en el centro de Madrid. Aunque refleja una realidad complicada y no era la intención del autor, la película termina convirtiéndose en una comedia divertida, con influencias de Billy Wilder y Woody Allen. “Como es algo que siempre me pasa, nos esforzamos por eliminar todos los gags o elementos de comedia más evidentes. Nuestro objetivo era hacer de la película una comedia menos obvia”, explica Colomo.
Para el realizador, la vivienda se ha convertido en un problema especulativo que no solo afecta a los jóvenes, sino que también resulta complicadísimo para las personas mayores que, por cualquier motivo, necesiten acceder a una. Colomo ha querido reflejar esa realidad y, por eso, “como me dijo un amigo hace poco, en el fondo se trata de una historia tristísima”.
Según el director, la especulación también se ha apropiado del mundo del arte, y de eso también se ríe en la película. “La verdad es que no hay que hacer grandes esfuerzos para caricaturizarlo. Por ejemplo, el perro robot que aparece al principio de la película, al que colocan delante de un cuadro y que, gracias a la IA, hace un análisis de la obra que le sale por el culo, no es una invención del guion, es una obra de arte real”, dice.
Grabada con móviles
En el aspecto técnico, una de las peculiaridades de Las delicias del jardín es que está grabada con móviles. “Fue una idea del director de fotografía José Luis Alcaine. Hicimos bastantes pruebas para comprobar que daban la calidad suficiente en distintas condiciones, incluso rodando de noche, y finalmente nos lanzamos”.
En opinión del realizador, los móviles han aportado muchísima versatilidad al rodaje y les han permitido colocar la cámara en lugares poco comunes, como dentro de una lavadora o en el techo de una furgoneta. “También podíamos grabar en barrios concurridos como Lavapiés, sin que nadie se diera cuenta. Todo eso ha hecho que la experiencia fuera muy diferente e interesante”, afirma.
Colomo que se dio a conocer al gran público en San Sebastián con Tigres de papel en 1977, espera que esta no sea su última visita al Festival, ya que piensa seguir rodando películas. “Por dos razones: una vital, porque me encanta, y otra económica, porque aunque estoy teóricamente jubilado necesito seguir trabajando para pagar el alquiler”, concluye.
Iker Bergara Etxegarai