"Z365" o "Festival todo el año" es la nueva apuesta estratégica del Festival en la que confluyen la búsqueda, el acompañamiento y el desarrollo de nuevos talentos (Ikusmira Berriak, Nest); la formación y la transmisión de conocimientos de cine (Elías Querejeta Zine Eskola, Zinemaldia + Plus, Diálogos de cineastas); y la investigación, la divulgación y el pensamiento cinematográfico (el proyecto Z70, Pensamiento y debate, Investigación y publicaciones).
Un amanecer cualquiera en un remoto pueblo minero, Lázaro se encuentra con un cadáver en la carretera por la que día tras día va al trabajo. A partir de ahí, comenzará una cadena de sospechas hacia Lázaro, que acabará aislado de su comunidad y hasta de su propia familia. A partir de ahí, Cobre despliega un retrato opresivo donde las enfermedades del cuerpo dialogan con las del tejido social: mientras Lázaro intenta obtener una baja médica que la mina le niega (respira con dificultad por su afección pulmonar), los rumores sobre su posible implicación en el crimen se van haciendo cada vez más frecuentes.
Con esta película, Nicolás Pereda (Ciudad de México, 1982) confirma su lugar como uno de los cineastas más singulares de su generación. Su filmografía, nueve largometrajes y cuatro cortos, ha sido reconocida en algunos de los festivales más prestigiosos del mundo. En San Sebastián ya mostró Perpetuum mobile (Horizontes Latinos, 2009), participó en el ciclo “4+1: Cine mexicano contemporáneo” con El verano de Goliat (2011), y compitió en Zabaltegi-Tabakalera con Fauna (2020). Cobre, premiada con una mención especial en FIDMarseille, regresa ahora para consolidar un diálogo constante entre su obra y este Festival.
Lejos de los códigos tradicionales del thriller, Pereda desplaza el foco del crimen al malestar íntimo y social. Su estilo, minimalista y austero, con irrupciones de humor, evita los lugares comunes del cine de denuncia. Como él mismo ha señalado en entrevistas, le interesan las películas que narran “no para contar una historia, sino por otras razones”, aquellas que se preguntan por la experiencia, la repetición y los malentendidos cotidianos. “El malentendido es un poco triste porque muestra una incapacidad de conexión, pero también es gracioso”, confesaba en una conversación reciente.
Ese gusto por la fricción entre lo absurdo y lo real impregna Cobre: desde la escena en que Lázaro debe conseguirle una cita médica a su hermana hasta la burocracia que lo condena a seguir trabajando enfermo. Nada es explícito, pero todo es inquietante. El espectador se adentra en un universo donde lo que no se muestra pesa más que lo visible, donde el artificio del cine funciona como mediación para revelar las grietas de la vida cotidiana.
Más allá de influencias, el universo de Pereda es reconocible por su capacidad de enrarecer lo cotidiano. Ese interés por lo que se esconde en lo común resuena con fuerza en Cobre, donde un simple cadáver en la carretera es el punto de partida para explorar la fragilidad de los vínculos humanos, la opresión laboral y el desgaste del cuerpo.
Profesor en la Universidad de California en Berkeley y colaborador habitual del colectivo Lagartijas Tiradas al Sol, Pereda ha exhibido sus películas en Cannes, Venecia, Róterdam, Viena o Edimburgo, entre otros. Con Cobre, vuelve a San Sebastián con un relato que confirma su apuesta por un cine incómodo, lúcido y necesario.
María Aranda Olivares