¿Qué pinta uno en la suite de un lujoso hotel hablando de cine mientras estamos asistiendo a la perpetración de un genocidio? ¿Con qué clase de autoridad debemos revestirnos para celebrar la creación cuando a apenas 5.000 kilómetros de aquí todo a nuestro alrededor es destrucción, masacre, matanza indiscriminada? Son preguntas inevitables que asaltan al periodista después de haber compartido un rato de charla con los actores palestinos Motaz Malhees y Saja Kilani, presentes en Donostia para presentar el film tunecino La voz de Hind, que llega a Perlak tras haber conmocionado en la audiencia en el último Festival de Venecia.
La película narra un suceso real: la llamada de socorro recibida en un centro de la Media Luna Roja, en enero de 2024, por parte de una niña palestina atrapada en un coche, junto a los cadáveres del resto de sus familiares, bajo la amenaza del fuego israelí. A partir de ahí lo que sigue es un tenso relato, dirigido por la realizadora tunecina Kaouther Ben Hania, donde se dramatiza aquel episodio poniendo el énfasis en las dificultades que conllevó la activación de un dispositivo de rescate que, finalmente, no hubo manera de poner en marcha. La actriz Saja Kilani, encargada de interpretar a Rana, una de las voluntarias de la Media Luna Roja, es consciente que resulta casi trivial hablar de cuestiones técnicas ligadas a su trabajo en la película: “Es un honor haber hecho este personaje, pero también conlleva una enorme responsabilidad porque lo que estamos haciendo es dar voz a una emergencia. La Rana de la vida real me comentó ‘no estás actuando, estás ejerciendo de embajadora de nuestro trabajo’”. A su lado, su compañero Motaz Malhees, con lágrimas en los ojos, recuerda lo que le comentó a él el personaje al cual interpreta cuando se dirigió a recabar información sobre aquel fatídico día: “Me dijo ‘¿por qué me haces revivir aquello?’ Me estás destrozando”. Ambos actores coinciden en señalar la labor de la directora, Kaouther Ben Hania, y de su equipo: “consiguieron crear un sentimiento de unión, de familia, que nos hizo estar muy arropados”.
El elemento más estremecedor del film son los audios originales de aquellas llamadas de socorro por parte de la pequeña Hind. Unas llamadas que, lejos de ser recreadas, escuchamos en la película en toda su crudeza. La directora no permitió que los actores escuchasen la voz de la niña hasta el momento de grabar sus escenas: “Nuestras reacciones son reales, son reacciones de conmoción, incredulidad y frustración”, comenta Kilani. Por su parte, Malhees reconoce que “la primera vez que escuché la auténtica voz de Hind quedé totalmente devastado. Me acuerdo que durante el rodaje pensamos ‘vamos a lograr que Hind al menos se salve en nuestra imaginación’. Pero luego recibes esa bofetada de realidad… Tú piensa que la mataron de 350 disparos… Cuando ves que la gente no es capaz de reaccionar ante algo tan atroz automáticamente piensas que hemos perdido la batalla”. No obstante, ambos intérpretes reconocen que aún hay motivos para la esperanza, sobre todo, después de asistir a la multitudinaria concentración que la tarde del miércoles, justo después del pase de su película, colapsó el centro de Donostia: “Salimos del cine y esperábamos ver… no sé, quizá a cincuenta o cien personas, pero luego ves a toda esa gente clamando contra el genocidio… Fue realmente emocionante”, comenta la actriz palestina. Motaz Malhees, por su parte se muestra contundente al comentar: “El gobierno español está haciendo lo que deberían estar haciendo todos los gobiernos. Los palestinos echamos en falta mayor determinación por parte de Occidente y admiramos mucho la valentía del gobierno español”.
Saja Kilani reconoce que en ese esfuerzo por conferir visibilidad al genocidio que está perpetrando Israel sobre el pueblo palestino, el cine resulta un arma muy poderosa: “Frente a las noticias o a lo que vemos en las redes, el cine tiene una dimensión pedagógica, educativa, que no debemos subestimar”. Algo en lo que concuerda su compañero de reparto: “En la televisión pudimos ver la noticia sobre la muerte de la pequeña Hind, pero lo que se cuenta en una película como la nuestra es aquello que no se vio, aquellas horas fatídicas en las que resultó imposible movilizar una ambulancia. Los palestinos no somos números, somos seres humanos”.
Jaime Iglesias Gamboa