Los donostiarras Uxue Estrada, Nora Azurza y Peru Blanco son tres universitarios de veintiún años que, pese a su corta edad, bañan las canciones de su proyecto pop-rock, Indabe, de un sentimiento nostálgico. Borla es una de las formaciones que, junto a Tatxers o Hiuzz, están revolucionando el subsuelo musical de Pamplona tocando en salas, bares y gaztetxes. TOC, un joven cuarteto de Mungia (Bizkaia), acaba de dar un salto cuantitativo al fichar por el sello Oso Polita, de la todopoderosa promotora Last Tour. Aramu, por su parte, un quinteto de pop de guitarras vizcaíno, se ha hecho un hueco en el pelotón de bandas independientes vascas después de quedar finalistas en el concurso de maquetas de la cadena de radio musical Gaztea de EITB. Todos ellos tienen en común el uso del euskera como forma de expresión. Todos aman a Itoiz, que ha dejado de ser una rara avis para las nuevas generaciones de músicos en Euskal Herria.
Ninguno de ellos había nacido cuando la revista “Muskaria” encumbró a Itoiz como mejor grupo de rock de Euskadi en 1981. Ni de lejos. Jon Salinas, por ejemplo, es de 1999. Canta y toca el bajo en Tatxers, tal vez los responsables de haber vuelto a poner de moda la música de guitarras entre una parte significativa de la juventud vasca. El bum llegó cuando la canción “Goizean Oskorri”, del EP “Hiruzpalau amets larri”, de 2021, empezó a tomar vuelo. Un hit con nervio que atendía a las leyes universales de la música pop (guitarras eléctricas, armonías vocales, primorosas melodías) cantado en euskera. Tatxers empezaron a ser comparados entonces con Itoiz y otros compañeros de aventuras de los años ochenta como Zarama y Hertzainak. Con el tiempo se ha convertido en una comparación recurrente. “No me importa que nos digan que nos parecemos a ellos, porque somos superfans de todos esos grupos”, afirma Josu.
Cuando se fue a estudiar el grado de Bellas Artes a Bilbao empezó a descubrir bandas euskaldunes que no eran tan “macarras” y atendían a sonidos más poperos. La música en euskera no es un coto reservado al ska, el rock duro o el heavy. El músico cita a la banda de post-punk Vulk, que ya no están en activo. “Me influyeron bastante y con ellos hice clic. Antes de Tatxers estaban Vulk”. “Cada uno de nosotros viene de un estilo diferente, pero lo que los tres tenemos en común es Itoiz”, tercia Martin Ziriza, vocalista de Borla y que también forma parte de Tatxers.
Los temas de Indabe o Aramu son bastante atemporales y aseados, pero el legado de los autores de “Hegal egiten” alcanza a bandas que se salen un poco de la típica formación de rock (cantante, guitarra, bajo y batería) y se atreven con estilos más actuales y modernos. TOC, por ejemplo, no renuncian al uso del autotune y sus temas tienen a veces un deje tecno-pop a lo New Order o el indie británico de los 2000. Sus miembros reconocen que su cóctel musical ha estado marcado por la influencia tanto de grupos anglosajones del siglo XXI (The Strokes, The Voidz, Fontaines D.C.) como de Itoiz o Hertzainak.
Itoiz fueron a su bola durante toda su andadura (1978-1988), cantando sobre petirrojos en la Euskadi incendiaria del momento. Nacieron cuando estaba en boga el folk, la canción protesta y el rock progresivo. La banda explotó comercialmente a mediados de los ochenta, cuando el rock radical vasco era la banda sonora del momento. Durante muchos años fue aquel grupo que los boomers recordaban con añoranza en sus tiempos de juventud. Ya no. El poder de su música se manifiesta ahora de una forma natural y desenfadada en una serie de grupos que defienden su aportación.
Jon Pagola