- “¿Algo te divierte?”
- “No, no, no es nada, solo que los dos cinturones me parecen exactamente iguales, no sé, aún estoy aprendiendo sobre estas cosas y...”
- “¿Estas cosas? ¡Ah! De acuerdo, entiendo. ¿Crees que esto no tiene nada que ver contigo?”
Lo que sigue en esta secuencia es el momento en el que Meryl Streep explica a Anne Hathaway el funcionamiento de la industria de la moda, de muy malas maneras. También sabemos que la película acaba bien, así que no pasa nada, podemos seguir.
El diablo viste de Prada (2006) es una sátira sobre el mundo de la moda que no entraremos a analizar en profundidad; sin embargo, sí hay algo en la idea de base que se plantea aquí que me parece interesante y que, además, creo que tiene cierto paralelismo con lo que ahora mismo nos ocupa: el cine y los festivales de cine. ¿Quién no ha escuchado a alguien decir que las películas de los festivales (como si eso fuera un género en sí mismo) son largas, que no pasa nada, que son lentas? Cliché en algunos casos, algo de verdad en otros. Evidentemente, entrar al detalle de todo esto requiere de un análisis más profundo y extenso, para el que no tenemos espacio. Sin embargo, sí creo que podemos decir que los festivales de cine, al igual que las pasarelas de moda, son una muestra de un momento muy concreto, y son el tiempo y las circunstancias lo que determinan lo qué pasará con esas propuestas.
Al final, tanto en la moda como en el cine, y más todavía en los festivales, lo que queda son esos instantes que se convierten en icono. Y ojo, no hablamos solo de vestidos imposibles o de planos específicos: hablamos de imágenes que, con el tiempo, terminan pesando más que las propias películas.
El Festival de San Sebastián está plagado de estos momentos, pero si hubiera que rescatar alguno, me quedo con la visita de Audrey Hepburn a la ciudad. En 1959, Hepburn fue galardonada con la Concha de Plata a la mejor actriz en el Festival por su interpretación en Historia de una monja. No pudo venir entonces a recoger el premio, pero unos años más tarde, en 1964, sí se dejó ver por la ciudad, aunque no presentaba ninguna película, como muestra esta fotografía del archivo del Festival.
Cuando pensamos en Audrey Hepburn, enseguida nos vienen a la cabeza escenas que ya forman parte de la memoria colectiva y que, por lo general, implican ropa o accesorios: el vestido negro, las gafas negras, la falda con vuelo, el abrigo rojo. Hepburn es un icono cinematográfico, sí, pero también lo es de la moda. Hoy, muchas décadas después, muchas de sus propuestas se reinventan año a año. Porque, como comentábamos, el tiempo, las circunstancias y tampoco vamos a ser naïve, la industria, han hecho que este icono haya perdurado.
La moda son momentos, pero también complicidades que van más allá de la pantalla. Como la de Audrey Hepburn y Hubert de Givenchy: ella lo eligió para Sabrina (1954) y, desde entonces, firmaron juntos algunos de los looks más recordados del cine en Desayuno con diamantes (1961), Charada (1963) o Una cara con ángel (1957).
Evidentemente, este no es más que un ejemplo de muchos: la moda y el cine se cruzan constantemente y de mil formas. La historia del cine está llena de flechazos entre cineastas y diseñadoras: Miuccia Prada con Baz Luhrmann en El gran Gatsby (2013); Jean Paul Gaultier con Almodóvar en Kika (1993); Yves Saint Laurent vistiendo a Catherine Deneuve en Belle de jour (1967); o Prada con Wes Anderson en Castello Cavalcanti (2013).
La moda estará presente en la edición de este año de varias maneras, en la alfombra roja, claro. Pero en esta edición tendrá un hueco especial en la programación. La 73ª edición incluye en la Sección Oficial Couture, de Alice Winocour, una historia ambientada en la industria de la moda parisina, protagonizada por Angelina Jolie. La sección Klasikoak proyectará la restauración en 4K de Barry Lyndon, de Stanley Kubrick, basada en la novela de William Makepeace Thackeray, en la que Milena Canonero fue la encargada de recrear con minuciosidad la estética del siglo XVIII. Por su parte, la sección Made in Spain acogerá The Designer is Dead, dirigida por Gonzalo Hergueta, un documental centrado en la figura de Miguel Adrover, diseñador pionero y disruptivo, fundamental para entender la moda contemporánea en España.
Amaia Serrulla González