Bugonia marca la cuarta colaboración entre Yorgos Lanthimos y Emma Stone, una de las alianzas creativas más exitosas, estimulantes y arriesgadas del cine popular contemporáneo. Desde La favorita (2018), donde su química artística sorprendió a crítica y público, pasando por Pobres criaturas (2023), que amplificó el éxito y la presencia en los Oscar, y Kinds of Kindness (2024), su tercera colaboración, que le valió a Jesse Plemons el premio a la mejor interpretación masculina en Cannes, hasta esta nueva entrega que confirma una complicidad tan fértil como arriesgada.
A pesar de ser una de las estrellas más reconocibles de Hollywood, Emma Stone ha demostrado una voluntad inusual de sumergirse en proyectos incómodos, radicales e imprevisibles. No solo como actriz, sino a veces también como productora, ha apostado por propuestas como Pobres criaturas, Eddington (2025), la serie The Curse (2023) o esta misma Bugonia, donde vuelve a trabajar con Plemons y con un Lanthimos que, lejos de repetir fórmulas, continúa reinventándose con una libertad y una osadía que ya son marca de la casa.
Bugonia es una nueva versión, bastante fiel en su desarrollo y en su tono, de Salvar el planeta Tierra (2003) del surcoreano Jang Joon-hwan. Arranca con una premisa tan absurda como inquietante: dos apicultores marginales, convencidos de que la Tierra será aniquilada por extraterrestres infiltrados, secuestran a la directora ejecutiva de una poderosa farmacéutica (Emma Stone) convencidos de que no es humana y de que planea destruir el planeta exterminando a las abejas durante un eclipse lunar. Bajo la dirección de Lanthimos, lo que podría parecer una comedia delirante se convierte en una sátira feroz, una fábula apocalíptica y un thriller grotesco sobre las dinámicas del poder, la lucha de clases, la manipulación y la paranoia en la actualidad.
Stone y Plemons vuelven a mostrar una asombrosa capacidad de asumir riesgos. Sus interpretaciones se mueven entre el patetismo y la amenaza, entre lo cómico y lo malvado, en un registro que exige precisión absoluta. Lanthimos los empuja al límite en un relato que abraza lo camp, el gore, el humor negrísimo y la tensión con el aplomo de quien sabe que el delirio solo funciona si está cuidadosamente orquestado.
Visualmente, Bugonia supone un cambio respecto a trabajos anteriores: Robbie Ryan reduce el uso de lentes distorsionadas y apuesta por una estética que contrapone la geometría pulcra de los espacios corporativos con el desorden visceral del mundo conspiranoico. El resultado es un conflicto entre lo racional y lo delirante, enfatizado con saltos de eje en la planificación, la incomodidad espacial y el caos emocional. Esta tensión refuerza el fondo de la película: un mundo donde la verdad se desdibuja, las certezas se erosionan y las ficciones paranoicas ofrecen consuelo ante lo inexplicable o lo que no se desea entender.
Con guion de Will Tracy (Succession, El menú, El régimen, Last Week Tonight with John Oliver), experto en satirizar el poder y el privilegio, Bugonia se convierte en una crítica feroz sin perder la comicidad ni el desconcierto. Es cine incómodo, tan lúcido como grotesco. Una película que no busca respuestas, sino perturbar cuestionando la percepción de la realidad.
Bugonia confirma que el tándem Lanthimos-Stone no es solo una alianza de talento, sino una de las colaboraciones más singulares del cine actual. Ella brilla en el centro del caos. Él lo ordena con precisión. Juntos, una vez más, firman una obra tan radical como lúcida y pertinente bajo su aparente delirio y alucinación.
Carlos Elorza