La directora Gia Coppola regresa a Donostia como miembro del jurado de la Sección Oficial, un año después de recibir el Premio Especial del Jurado por The Last Showgirl.
¿Qué significa formar parte del jurado?
El año pasado vine con The Last Showgirl y quedé impresionada por la belleza de esta ciudad y por la autenticidad con la que celebra el cine. La tradición de aplaudir al principio… parece un festival dedicado al cine en sí, no al espectáculo. Es la primera vez que soy jurado, es un honor. Implica mucho más trabajo de lo que pensaba, pero es una labor de equipo como la que se genera al hacer una película.
¿Cómo surgió la oportunidad, y cómo se sintió?
Disfruté tanto el año pasado, que pregunté si podría volver como jurado y tuve la suerte de que me dijeran que sí.
¿Ha sido fácil compaginarlo con su agenda?
No sabía que sería tan absorbente, pero ha sido maravilloso dejarme llevar, dejar de pensar en mí misma y ponerme al servicio de otros cineastas.
¿Cómo es pasar de cineasta a miembro del jurado?
Enriquecedor. Hacer una película es un logro tan grande, que otorgar premios parece algo secundario. Cada director que termina una película es, en cierto modo, un ganador.
¿Cuál es su recuerdo favorito del año pasado?
La etiqueta. La gente aplaudiendo al principio, sentada durante los títulos, aplaudiendo a cada miembro del equipo... Me pareció respetuoso y conmovedor. Pamela Anderson y yo nos emocionamos.
¿Qué busca en las películas de este año?
Voy a ciegas, evitando sinopsis y críticas, para formarme mis propias impresiones, basándome en mi instinto. Ha sido muy divertido hablar sobre las películas con mis compañeros, somos todos cinéfilos empedernidos.
¿Y la experiencia con el resto del jurado?
Hemos reído, comido juntos, como un pequeño equipo de rodaje. Ha sido agotador, pero estimulante, inspirador. Somos un grupo genial.
¿Percibe ahora el Festival de otro modo?
Sí, conocer el funcionamiento interno ha sido revelador. He visto diecisiete películas; el comité de selección debe ver muchas más, es impresionante.
¿Qué aportaron Pamela Anderson y Jamie Lee Curtis a The Last Showgirl?
Pamela encajaba a la perfección en el papel. Es auténtica, creativa, tiene muchas ganas de expresarse. Jamie es una leyenda, me enseñó mucho. Fue una suerte contar con ambas.
Tiene sus propios vinos, y una larga tradición familiar en el cine y el vino. ¿Cómo conecta ambos a la hora de contar historias? ¿Qué vinos españoles le gustan más?
Estamos probando unos vinos increíbles, nos cuidan mucho. Me encantan los vinos blancos españoles, y he probado la sidra. Para mí, la elaboración de vino y el cine se solapan: ambos son colaborativos, intuitivos y subjetivos. No hay respuestas correctas o incorrectas, solo confianza y conexión.
Equilibrando la tradición con la nueva tecnología, rodó Eddie con un Google Pixel.
Fue divertido. La cámara es increíble, tratarla como herramienta cinematográfica permite que el cine sea más accesible para todos. Siempre les digo a mis alumnos que busquen su tribu, usen las herramientas a su alcance y se centren en contar una buena historia.
¿Cuáles son sus próximos proyectos?
Disfrutar del tiempo con mi hijo, tenía solo ocho meses cuando rodamos The Last Showgirl. También espero llevar a la pantalla la historia de la gimnasta Kerri Strug.
Andrea de Toro García