En un pueblo en el que los seres sobrenaturales son parte de la vida cotidiana, dos compañeros de piso se enfrentan a un problema recurrente: el espíritu de su casa fue devorado por una criatura desconocida de la noche a la mañana. Ambos van en busca de un espíritu sustituto y una solución para su problema de plagas.
Un grupo de amigos va todos los años a un lugar remoto y aislado para celebrar su amistad. Ahora llegan allí por 36ª vez, pero este año va a ser diferente a los anteriores. Staña perdió su batalla contra el cáncer y por primera vez son sólo cinco amigos. En mitad de la floreciente naturaleza en primavera matan un cordero con sus propias manos y beben en recuerdo de Staña.
En el borde de la Tierra, en las tierras abandonadas, la gente vive como si el lenguaje que hablan hubiese pasado al olvido. Viven sin objetivos, vidas rutinarias sin manifestaciones visibles de amor y simpatía. Una mujer invita a un hombre; el hombre acepta a la mujer. Su mundo se estremece con los ansiosos gritos de un pájaro que nadie ve, mientras en la casa abandonada ha aparecido un ladrón de ovejas.
El Manguito es un pequeño pueblo en los inaccesibles bosques de Sierra Maestra, en Cuba. Doce personas viven allí, aisladas del mundo exterior, sin electricidad ni carreteras por las que se pueda conducir: Idael, el cabeza de familia, su mujer, Nelcis, sus hijos, amigos y hermanos. La película acompaña a la familia en su vida diaria, introduce al público en un mundo desconocido y muestra hasta qué punto el sistema socialista está todavía arraigado en Cuba.
Alonso y su querida hermana Daniela están escondidos en una casa lejos de la ciudad. Ella espera para convertirse en la séptima esposa de El León, un profeta que (según dicen) te electrocuta cuando lo tocas. Entre reposeras y susurros, podrían estar pasando su último verano juntos.
Emilien, un profesor de piano hipocondríaco que vive en un pequeño pueblo de Vercors, atraviesa un duro periodo de luto. Su ordenada vida diaria se ve súbitamente perturbada por las visitas inesperadas de su amada novia fallecida.
Luiz Roberto Galizia fue una importante figura de la escena teatral en los años 70 y 80. También era mi tío, aunque no llegué a conocerle. Este documental trata de rescatar lo vivido, basándose en el archivo de fotografías y películas en super 8 que el tío Luiz reunió y que yo encontré 30 años después de su muerte.
Las ortigas son plantas urticantes. A lo largo de seis capítulos, este cortometraje explora momentos urticantes en las vidas de distintas mujeres.
Es verano. Un chico y sus amigos van al río. A lo largo de cuatro capítulos, el calor y la humedad del bosque desatan los deseos entre ellos.
Esta joven pareja sabe vagamente que el amor que los une puede ser la manera de liberarse de los obstinados resentimientos y sospechas característicos de esta remota región de Francia, estigmatizada como está por una economía de supervivencia. Pero los vínculos sociales que los adultos forjan son inesperadamente violentos.
Anne se filma a sí misma en su teléfono móvil e inspecciona su físico en el espejo, mientras su madre, Céline, también estudia su cuerpo en el espejo. Ambas tienen ideales opuestos de lo que debe ser el tipo ideal de cuerpo femenino. El conflicto surge entre la madre, la hija y el novio de su madre cuando se revela que la propia Anne subió a internet un vídeo en el que aparecía entrenando en topless en el club de lucha.
Omri trata de dirigir una escena que recrea el día en que su perro murió. Este intento de recreación se complica cuando Omri descubre que su padre recuerda los hechos de un modo diferente.
Con poco más de veinte años, Addai deja atrás toda su vida y se muda a Siria para ayudar a las víctimas de la guerra civil. Al principio es asignado a las tareas de la cocina con Ilias. Addai escribe a su madre: “No te preocupes por mí, estoy bien”. Dos años después la madre de Addai recibe una carta desde prisión. Ilias ha sido sentenciado por terrorismo por un juzgado alemán. Quiere conocerla y escribe: “Una cosa tienes que creer, fuimos allí con buenas intenciones”.
Desde el futuro Violeta y Guillermo recuerdan una noche de 2018 en la que bailaron hasta el amanecer.